domingo, 17 de octubre de 2010

De sendas y caminos

Emerick apoyó su cabeza contra la ventana, el traqueteo lo mareaba aun más. Se puso erguido y leyó uno de los pequeños carteles que esa semana habían pegado dentro del vagón:

En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día;
ya no siento el corazón.

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir;
Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.


Pensó en Jocelyne, en Lea y en Clodette. Intentó memorizar la poesía. Se bajo en la siguiente parada. Subió las escaleras mecánicas y vió la luz del día. La gente estaba vestida de domingo. No hacía frio. Llegó a casa, todo estaba tal cual lo dejó: platos sucios en su habitación, el albornoz en la cama, olor a cerrado y el ordenador encendido. Se quitó la sudadera y se sentó frente a la pantalla, la miró fijamente, buscaba una respuesta, buscaba La respuesta. 








Quedan setenta y cinco días para finalizar el año, ¿qué voy a hacer?




jueves, 14 de octubre de 2010

lunes, 11 de octubre de 2010

Norwegian Wood

No puedo hablar bien dijo Naoko. Me pasa desde hace un tiempo. Cuando intento decir algo, sólo se me ocurren palabras que no vienen a cuento o que expresan todo lo contrario de lo que quiero decir. Y, si intento corregirlas, me lío aún más, y más equivocadas son las palabras, y al final acabo por no saber qué quería decir al principio. Es como si tuviera el cuerpo dividido por la mitad y las dos partes estuviesen jugando al corre que te pillo. En medio hay una columna muy gruesa y van dando vueltas a su alrededor jugando al corre que te pillo. Siempre que una parte de mí encuentra la palabra adecuada, la otra parte no puede alcanzarla.

lunes, 4 de octubre de 2010

Se estremece con el viento como la última hoja de un árbol que se muere

Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo. Hago lo posible por no pasar por su calle ¿para qué hacer las cosas más difíciles? aunque a estas horas ya estará acostado. No pasan coches por la carretera, tengo frio, empieza a notarse el cambio de estación. Acabas de volver y mira cómo me has dejado.  Sin embargo, sigues lejos para lo que necesito. En la otra punta del mundo son ahora las siete de la mañana, de mañana, del futuro. A lo lejos veo un grupo de gente saliendo de un bar. No. Sigue tu camino.

Ey, guapa...ey, mírame! Guapaaa..
 
No importa, sigo andando, están demasiado borrachos como para intentar nada. Siento unos pasos cada vez más rápidos en mi dirección.Giro y le veo.

Perdona, lo siento, él no quería asustarte, va fatal, sabes? estamos esperando a que se le pase el ciego..
...?

Camina, sigue caminando. No puedo.

Perdona te he visto ff... Sólo..sólo, quería pedirte fuego..

Una sirena suena, nunca diferencio la policía de la ambulancia. No puedo oir lo que me dice. Me acerco.  Y su olor me hace querer estar más cerca. Me pierdo. Me he fabricado un mundo de plastilina en la azotea, donde todos los días son sábados por la tarde, podemos jugar hasta que se ponga el sol, por la noche iremos a cenar a un sitio nuevo que me han recomendado, te va a encantar. Puede que el vino me haga sonreir más, pero te prometo que no será ninguna excusa para darme el impulso que necesito contigo. Voy a arriesgarme. La próxima vez. Nos cogeremos de la mano.

Antes de subir los escalones del portal veo en la esquina unos novios comiendose a besos.  Ha empezado a llover.

Me miro la camiseta en el espejo de la entrada, pone: Demasiado amor te matará. 
Ahora que lo recuerdo, yo no fumo.